Encíclica, solamente

El otro día, palomitas en ristre, me fui al cine a ver Transformers. La cosa no iría más allá sino fuera por los evocadores recuerdos. Yo creo que algo realmente bueno tenia la serie original, porque en aquella época siendo yo pequeñito me levantaba como bien pronto, mucho antes de irme para la escuela, para ver la serie en tv. No recuerdo el canal, pero creo que era Antonia3.

Para los que no lo sepan, soy muy amante de las sábanas por la mañana. Vaya, que me cuesta un imperio despedirme de ellas. Así que lo de Transformers tenía mérito. Que yo me levantara a esas horas... La cosa llegaba a extremos twisterianos, pues en las tardes ociosas me dedicaba a fabricar Optimus i Megatrons en papel. No es que no hubiera dinero en casa, es que uno sabia divertirse también sin esnifar coca por las esquinas. Éste video os lo podeis saltar.


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Pero no nos perdamos por las nostálgicas ramas y vayamos al grano de pus. La película, partiendo de la base que no tiene ninguna pretenciosa pretensión, pues no está mal. Tiene sus gags graciosos y hasta muy graciosos y, eso si, unos efectos quetecagas. Buenos buenos. El final, eso también, es un bodrio.

Pero a lo que vamos, el nudo elemental del film es el siguiente. Vaya con el resumen... Éste no os lo saltéis.


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Ahí se resume el meollo del percal. Vaya, lo de siempre. Un tipo torpón, impopular y pajero que no es capaz de sacarse novia. Una tipa popularísima, seguramente animadora del equipo de las ídem o novia del capitán del equipo de fútbol. Al final, el tipo torpón acaba con la tipa cañón.

Tiene guasa la moral de estos yankees. Vaya, que para que un tipejo de esa calaña consiga a la gran mamasita, necesita la gran aliniación de los planetas, que aterricen en nuestro planeta unos individuos extraterrestres, ya sea en la forma architópica o en la forma de camiones y deportivos. Malas noticias, pues, que tenga que suceder todo eso... que tengan que suceder cosas descabelladas y maravillosas, del tipo, no sé, me imagino, por ir al extremo de los impensables... que se fijen las miradas y las sonrisas en algún bar de nombre MotherFucker para que el mindundi de la peli acabe con la más bella de las damiselas.