17/9/07

Gira la rueda

Se clausuró el domingo en Perpinyà la exposición VISA sobre lo mejor en fotoperiodismo del año, en el que se incluían los World Press Awards 2007. O sea, lo mejor de lo mejor. Dentro de éstos premios, el primero de retrato, para Nina Berman.

Acompañadme ahora en un ejercicio de observación y, si queréis, desasosegaros conmigo. Berman nos presenta la foto de boda de una joven pareja norteamericana. Él, marine, sufrió lo que se suele llamar un accidente de guerra (palabras íntimamente ligadas). Quedó de la siguiente guisa y, a pesar de todo, se casaron. Ahora pinchad en la imagen y observadla por un minuto. Fijaros en las posiciones de sus cuerpos, sus miradas. Contad cuántos millones de pensamientos pasan en ése mínimo instante por la cabeza de uno y de otro.


La mirada de ella se pierde, confundida y hasta atemorizada. Está en un limbo de razones inexplicadas. La neblina (en el fondo de estudio) le invade y quiere apartarse de ella huyéndo por el recto camino. Por eso sus ojos corren a perderse en un punto infinito del horizonte. Un punto, a pesar de todo, altivo. Busca en las alturas del cielo esperanza, busca la señal divina que le indique que está haciendo lo correcto con su vida. Sus manos, juntas, sostienen el ramo, pero a la vez le piden a la infortunia que no la castigue más.

Lo que queda de él es un poema. El verso triste del niño grandote que cae en cuenta que ha afligido a mamá. Y lo sabe. Y por ello reclina la cabeza y se somete, devotamente, a la que habrá de guiarlo por siempre jamás. En su gesto, volcado sobre ella, le pide perdón, con la boca pequeña. Siento que tengas que cargar con mi carga. Lo siento, de veras. Siempre te amaré. Y ella mira hacia el frente, como siempre le enseñaron debía hacer.

A más de uno y de dos le habrá venido a la cabeza la pregunta: la forma en que actuaría de encontrarse en un caso similar. No voy a listar aquí los cien millones de preguntas sin respuesta que a uno le asaltan con solo pensarlo. Ni haré un discurso esquizofrénico sobre éticas y morales. Me limitaré, una vez más, a vestirme de novia y de novio, y a pensar en ello con la esperanza saludable de no prever cuál sería mi conducta.

2 comentaris:

Jusephus ha dit...

Yo pienso más bien en el detalle de la rosa blanca en el mar de rosas rojas. Lo nuevo ante lo viejo y la sorpresa que ya no puede acometer. El hijo de la pareja crecerá desconociendo que su padre es deforme y, el día que se percate, se le hinchará el corazón de orgullo, puesto su padre vendió su rostro a cambio de la felicidad en el mundo. Mecachis, susurró al momento el colibrí, yo no le cuento al niño lo de Irak.

Raül Calàbria ha dit...

A usted lo que le pasa es que es, y perdone el insulto, un optimista.